Saludo David Janer

David Janer gran ganador premios tp de oro 2011

Felicidades David Janer por su premio vertele 2014

27 de marzo de 2011

DAVID JANER «Soy un solitario. Las luchas y batallas de ‘Águila Roja’ me dejan agotado»


una fantástica entrevista  donde  le hacen a David Janer en   la revista XL SEMANAl     que desvela  como fue actor y sus inquietudes,
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 unas preciosas fotos  que destaca ese gran actorazo  que lo ha demostrado desde siempre ser el mejor y gran actor. este su camino el gran triunfo  de  david.


DAVID JANER
«Soy un solitario. Las luchas y batallas de ‘Águila Roja’ me dejan agotado»



XLSemanal. ¿Recuerda la primera frase que dijo frente a una cámara? 
David Janer. «Hola, me llamo David Janer.» Era mi presentación a cámara. Lo primero que haces cuando empiezas en esto es chupartecastings y más castings. 


XL. ¿Y la primera que dijo trabajando? 
D.J. Mmmmm. No se me debería olvidar. No debió de ser una buena experiencia. 


XL. No sería mucho texto, ¿no? 
D.J. No, la primera secuencia fue para una tv movie y no tenía texto. Solo sonreía. Tuvimos problemas para que sonriera. Yo sonreía poco por aquel entonces. 


XL. ¿En qué momento tuvo claro que iba para actor? 
D.J. Desde pequeño. Empecé viendo mucho cine y ya soñaba con realizar algún día lo que veía en las películas de la tele. Y, luego, por mi padre. Yo era bastante tímido y él me animaba a salir un poquito de mi cascarón apuntándome a una escuela de teatro. Ahí empezó a picarme el gusanillo. 


XL. ¿El actor nace o se hace? 
D.J. [Piensa largo rato] Naces con las ganas y luego, para conseguir serlo, te tienes que ir haciendo día a día. Pero después también te deben permitir serlo y, de alguna manera, has de hallar tu hueco en la profesión. 


XL. Y en ese hacerse, ¿qué fue lo más duro? 
D.J. Enfrentarte a ti mismo. Es llegar a casa y cuestionarte una y otra vez si realmente has escogido el camino adecuado. Si ese sueño que llevas dentro no es una equivocación, una falsa esperanza. Se trata de irte cuestionando y modificándote interiormente. Porque esto es así. Hoy estoy en una serie de mucho éxito, pero en cualquier momento se acaba y me toca trabajar en otra cosa. 


XL. ¿Sus trucos?, ¿cómo supera la presión de su día a día? 
D.J. Relativizar. Aprendí muy pronto a relativizarlo todo. El éxito y el fracaso. Lo hago con la sensación de decir: «¡Bueno, si no me cogen, todo sigue tranquilamente!». 


XL. ¿Se espera uno un éxito como el de Águila Roja? 
D.J. Sueñas con él. Sueñas con poder coger el tren, como decimos en esta profesión. Con poder trabajar de continuo y con éxito durante una buena temporada. Por eso, me alegré cuando me ofrecieron el proyecto. Creí que podía ir bien. Era una cosa totalmente novedosa. No se había hecho antes.


XL. ¿Cuándo tuvo usted claro que la serie estaba convirtiéndose en la ‘gallina de los huevos de oro’ 
D.J. Cuando empiezan a hablarnos de las audiencias. Porque aquí, no nos engañemos, mandan las audiencias. Tras el estreno, a la mañana siguiente, a las ocho de la mañana, sonaban los móviles con la información de la audiencia. Entonces ya estábamos todos contentos. 


XL. ¿Qué veremos en la película que no hayamos visto antes? 
D.J. A Martina Klein, que no estaba en la serie. Y la peli es una historia independiente. Hemos intentado que haya más espectáculo, más drama, más emoción, más comedia. Hemos tratado de dar lo máximo posible con toda nuestra ilusión. 


XL. La serie se ve en más de 20 países, incluidos Cuba, México y el público de habla hispana de EE.UU. ¿No se está yendo un poco de madre todo esto? 
D.J. Pues sí. Pero es que me entero ahora de que se está viendo en más de 20 países. Vivimos en una especie de burbuja. Apenas nos llegan noticias de fuera. Primera noticia. Quizá por el mismo ritmo de trabajo tampoco vivo esta especie de vértigo exterior o de consecuencias de la serie en un momento dado. 


XL. ¿Cómo se ve dentro de 20 años? 
D.J. Me gustaría verme con más pelo, pero creo que eso es complicado [sonríe]. Y es que esta melena que ves esconde sus pequeñas trampas. 


XL. Eso que pide se puede conseguir. Fíjese usted en el ‘caso’ de José Bono. 
D.J. [Ríe] No sé. Conseguirlo a costa de cualquier cosa no vale. Me he vuelto no materialista, pero sí muy terrenal. Ahora trabajo e intento ahorrar para que llegue un día en que pueda hacer las cosas que me gustan. Porque en este trabajo muchas veces tienes que hacer cosas que no te gustan. Y bajar muchas veces la cabeza. 


XL. ¿Seguiría trabajando en Águila Roja llegado el caso? 
D.J. ¿Dentro de 20 años? No sé si aguantaré todo el día dando saltos [sonríe]. Y, además, está lo de mi pelo. Me veo todo el día con la capucha puesta. De todas formas, ojalá que la serie dure todo lo posible. 


XL. Tal como está la profesión, imagino que me dirá que bendito sea algo así, pero ¿no tiene miedo a encasillarse? 
D.J. No. A veces puede pasar fugazmente esa duda por mi cabeza. Pero automáticamente miro hacia el exterior y veo cómo está todo. Lo que tenga que pasar pasará. Eso sí, lo que nunca espero es bajar la calidad ni nada.
XL. ¿Qué tiene Gonzalo de Montalvo que no tengan otros personajes que haya interpretado?
D.J. Aparte de un hijo... -es el primero que interpreto que tiene un hijo-, él es profesor, cuando yo siempre había hecho el papel de alumno. Quizá esta vida secreta que tiene. El hecho de disfrazarse y salir armado a defenderse de las injusticias.


XL. Tensión sexual no resuelta. La de Gonzalo y Margarita.
D.J. Sí, porque la de Gonzalo y Satur todavía no puede denominarse así [ríe].


XL. Pues no. A los guionistas aún no les ha dado por ahí.
D.J. [Ríe] Y esperemos que tarden en hacerlo.


XL. La tensión sexual no resuelta es marca de la casa en las producciones de Globomedia [basta recordar la de Médico de familia]. ¿Cómo lleva lo de marear tanto la perdiz?
D.J. Eso es culpa de los guionistas. Yo soy el que se tiene que enfrentar luego en el día a día a la gente de la calle que no deja de decirme: «¿Pero cuándo te vas a decidir?». Si por mí fuera... Pero, bueno, es lo que han marcado y me parece un buen ingrediente de cara a que funcione la serie.


XL. ¿Habrá sorpresa en la película en ese sentido?
D.J. Bueno, hay una tensión con Martina Klein; una cierta tensión. Aunque Gonzalo no puede olvidar así como así a Margarita ni esa tensión sexual no resuelta que quizá dentro de 20 años a lo mejor ya culmina en algo. Tal vez sea demasiado tarde, pero... [sonríe].


XL. En Gonzalo se produce una paradoja. Sabe artes marciales y técnicas para pelear sin asesinar, pero no duda en rebanar el cuello de todo villano que cruce por su camino.
D.J. Es una paradoja que yo creo que está relacionada directamente con tu anterior pregunta, con la tensión sexual no resuelta [ríe]. Gonzalo tiene que sacar por ahí esa energía, esa pasión y esa violencia que le produce no enfrentarse con Margarita.


XL. Tendrá que resolver eso rápidamente porque, si no, va a quedarse sin villanos a los que matar.
D.J. [Ríe] No hay problema en ese sentido. Hay contratados villanos de sobra.


XL. Lo de convertirse en un sex symbol a los 37 años ¿descoloca totalmente o se lleva con resignación?
D.J. Es con lo que soñaba mi madre [ríe]. No, en serio. Me hubiese gustado que esto me ocurriese con 17 o 18 años, pero a los 37 le pilla a uno bastante curtido. Y como que no te lo acabas de creer. Podría ser peor.


XL. ¿Lo más curioso que le ha pasado en este sentido?, ¿alguna fan fatal se ha cruzado en su camino?
D.J. Cuando protagonizaba la serie Compañeros, ahí sí que era un público más adolescente. Y sí que me tocó vivir alguna que otra encerrona. En una viví dos horas angustiosas. En el caso de Águila Roja se trata de una serie familiar. Además, aquí hace mucho el personaje. Me acuerdo de cuando estaba haciendo una serie en Cataluña. Una señora se me acercó en la cola de una carnicería y me pegó un collejón por insultar a mi madre en la serie. Me dijo: «Tú no lo sabes, pero tu madre llora y sufre mucho por ti». ¿Qué puedes hacer ahí? Nada. En Águila Roja, los niños se me acercan con un respeto reverencial.


XL. ¿Y las mujeres cómo lo tratan?, ¿con el mismo respeto?
D.J. Pues sí. Algunas piensan que estoy por Margarita.


XL. ¿Y cómo lo lleva su novia?
D.J. Bien, con resignación.


XL. Le he oído decir que no lleva muy bien la fama.
D.J. Sí que la llevo bien. Por lo menos en cuanto a la fama tal y como la llevo yo, que creo que no tiene nada que ver con el concepto que la gente tiene de ella. Yo la vivo en mi casa con mis amigos y mi familia. No suelo salir ni ir a estrenos. Soy bastante solitario. Tantas batallas, tantas luchas me dejan agotado. Prefiero llegar a casa, encender la chimenea...


XL. Su chica es periodista, ¿le ha dado consejos para sobrellevar el acoso de los paparazis, que lo hay?
D.J. Me dijo que no hiciera esta entrevista [sonríe, irónico]. Pero no le he hecho mucho caso. Qué le voy a hacer.


XL. Estudia asignaturas de cuarto y quinto curso de Filosofía.
D.J. Eso te lo ha dicho también mi chica, ¿no? Manejáis información confidencial [sonríe].


XL. ¿De ahí que se tome esto de ser actor con tanta filosofía?
D.J. Sí [ríe]. Relativismo puro.


XL. ¿Ha encontrado ya el sentido de la existencia?
D.J. Lo estoy buscando. Yo creo que el único sentido que tiene la existencia es, precisamente, buscarlo. Buscar el sentido a lo que te rodea y a ti mismo. Y amoldarte.


XL. Ha dicho que le gustaría creer en Dios. ¿Por qué?
D.J. Pues por tal como va el mundo. Quizá suene un poquito ingenuo, ¿no? Pero eso de la justicia divina se hace más necesario que nunca. Se trata de que haya una retribución para que los culpables, o quienes consideramos culpables, sean castigados. Paguen su culpa. Cuando ves que en este mundo hay gente sin culpa que sufre, no lo entiendo. Yo lo que le pediría a Dios es que existiera. No quiero dudar. Quiero creer que existe.


XL. Hablemos de algo más terrenal. Su cuerpo ha cambiado de manera radical en los últimos capítulos. ¿Qué ha hecho?
D.J. Todo son efectos especiales [ríe]. No, a base de dietas y gimnasio. El personaje requería que el cuerpo se viese moldeado cuando me quitase la camiseta. Solamente eso.


XL. «Me disgusta enseñar carne en la tele.» Lo ha dicho usted. ¿Y eso?
D.J. ‘Carne’ no era la palabra. Era ‘culo’. Pero, bueno, viene a ser lo mismo. No me siento cómodo. Intentas sentirte actor y con esas cosas es con lo que menos actor te sientes, te sientes más un objeto. También cuando hago fotografías o cosas de esas.



Es un peaje que hay que pagar.

XL. No le gustan los posados.
D.J. No me siento excesivamente cómodo, pero muchísimo más que enseñando el culo.


XL. ¿Lo haría si lo exigiese el guión?
D.J. No creo. Ya tuve malas experiencias en este sentido. Me tocó llegar a casa llorando después de enfrentarme a castings y a directores cabroncetes. Entonces decidí que haría las cosas que me hiciesen lo más feliz posible. Por si no hubiera nada más después de esto.


XL. ¿Última frase que ha dicho frente a una cámara?
D.J. [Con voz ronca] «Jerónimo, esa mujer murió envenenada. ¿Quién está envenenando a sus feligreses?» Y se me va. Y entonces yo lo sigo.


XL. ¿Cómo acabó el pobre Jerónimo?
D.J. [Ríe] Bien. Corriendo. De momento, corriendo.



«He llegado a casa llorando después de enfrentarme a ‘castings’ y a directores cabroncetes. Entonces decidí que haría lo que me hiciese feliz»


«Cuando hacía otra serie, una señora me pegó un collejón por insultar a mi madre en la ficción. Con ‘Águila Roja’, los niños me tienen un respeto reverencial»






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